Trucos para ir de compras con los niños

Ir al supermercado con niños puede ser un desafío, pero si podemos dedicarle más tiempo a la tarea, la obligación de ir puede convertirse en un paseo que todos pueden disfrutar.

Durante el proceso de desescolarización de Felipe, he podido apreciar lo agradable que es realizar tareas que antes hacía rápidamente y por rutina cuando ambos estaban en la escuela. Una de esas actividades es ir al supermercado.

Aunque debo admitir que a veces mi paciencia se pone a prueba y ambos estamos en un constante aprendizaje, espero dominar estas situaciones antes de integrar a Leonor en la educación en casa.

Ir al supermercado con niños puede convertirse en un paseo beneficioso si nos enfocamos y tomamos las cosas con calma. Es importante destacar que no es lo mismo ahora que los chicos son mayores que cuando eran pequeños y las frustraciones solían manifestarse en llantos y berrinches.

Ahora comprenden más, las frustraciones son más manejables, como revolear los ojos o expresiones de desagrado, que ha decir verdad un poco me da gracia porque puedo notar como han ido madurando.

Mi mantra para esos momentos es: “Hoy no es siempre”. Cuando tu hijo esté en el suelo enojado porque no consigue lo que quiere, detente y observa a tu alrededor, ¿ves a algún adolescente o adulto haciendo lo mismo? Claramente no, porque es solo una etapa que pasará.

Es fundamental comprender que ir a comprar es una necesidad nuestra, pero no necesariamente lo es para los niños. Por lo tanto, su interés y motivación serán menores que los nuestros. Sin embargo, existen tácticas para que esta salida sea más provechosa:

Hacer una lista de compras basada en el menú semanal.

Tener una lista fomentará su colaboración, practicarán la lectura y se sentirán parte del proceso. Por ejemplo, la semana pasada, en la lista teníamos manzanas, y Felipe descubrió que existen muchas variedades.

Buscamos juntos en Google cuál es la variedad más dulce y decidió llevar esas. Esto también funciona si aún no saben leer. Imagina leerle de la lista para que tu hijo pequeño busque un producto específico. Primero se ubicará, luego localizará el producto y lo llevará. Involucrarlos en esta acción fortalece su autoestima y su sentido de pertenencia en la familia al tiempo que ganan autonomía.

    Anticiparles a dónde iremos y que harémos específicamente.

    En nuestro caso, podemos ir caminando a un mercado que acá en Canadá es considerado pequeño, lo cual también implica que llevamos nuestro carrito rojo y limita la cantidad de cosas que llevamos. Al especificar con la lista qué necesitamos comprar, indirectamente establecemos lo que NO compraremos. Vamos por alimentos para la semana, no por juguetes y dulces.

    Establecer qué sí y qué no vamos a comprarles.

    No hay nada de malo en permitirles algún dulce de vez en cuando, pero es importante que no relacionen el comportamiento adecuado con recibir un premio. Portarse bien es una expectativa para la convivencia, no una condición para obtener algo.

    Además, aprovecho la oportunidad para enseñarles sobre tomar decisiones saludables, como leer los ingredientes. Buscamos alimentos poco procesados y evitamos aquellos con ingredientes difíciles de pronunciar, lo cual ellos llaman “ingredientes que suenan como hechizos de Harry Potter”.

    Aunque prefiero que elijan frutas como frutillas o melón, entiendo que a mis hijos les gustan los dulces y chocolates. Mientras esto sea una oportunidad y no un hábito.

    El mundo es nuestro salón de clases.

    Mientras continuamos con la desintoxicación del horario escolar, mi hijo sigue preguntándome si hoy haremos homeschooling, si hoy estudiará. Algunas mañanas hemos revisado juntos los libros, discutimos los contenidos que ha visto y los que no.

    Las salidas al supermercado son el momento perfecto para aprender. ¿Qué mejor que aplicar matemáticas en el supermercado? Podemos revisar qué fruta es más económica, qué pasa si compramos tres productos iguales, o calcular cuánto costaría un kilo de papas si la bolsa que compramos trae 5 kilos.

    También estamos aprendiendo a hacer conversiones de libras a kilos, ya que nos resulta más familiar ese formato. Los niños más pequeños no se quedan atrás, pueden descubrir patrones en los estantes, comparar tamaños de frutas o clasificar objetos.

    Otra área en la que podemos practicar es la lectoescritura. Elaboramos una lista de compras juntos, leemos folletos, carteles y etiquetas de alimentos. Los más pequeños pueden reconocer letras o trabajar en el reconocimiento de sonidos.

    Por ejemplo, preguntarles cuál es el sonido inicial de “manzana”, pronunciar juntos la “m” y buscar otra fruta que empiece con el mismo sonido.

    ¿Qué estrategias has tenido al ir al supermercado con niños? ¿Hay algún consejo adicional que agregarías o alguna anécdota interesante que compartirías sobre este tema?

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