Abandonamos la escuela para quedarnos en casa.

La escolarización de mis hijos fue un tema que siempre cuestioné profundamente pero nunca cruzó por mi cabeza que yo pudiera educarlos académicamente. Sí me esforcé en buscar opciones y sistemas educativos que se adaptaran a sus necesidades.

¿Por qué decidimos comenzar con el homeschooling o educación en casa?

Exploramos escuelas Waldorf en Argentina, donde mi hijo asistía algunos días a la semana; luego, durante nuestra estancia en Chile, optamos por el método Montessori, aunque la asistencia fue intermitente; y finalmente, optamos por la escuela pública laica en Canadá.

En Canadá, los niños asisten al colegio durante 6 horas diarias. Nuestra rutina era levantarnos, desayunar, ir al colegio, volver a casa, deshacer las mochilas, jugar un rato, hacer la tarea y, si había alguna actividad extraescolar, salir corriendo de casa para volver a tiempo para la cena, el baño y a dormir, repitiendo la misma secuencia al día siguiente.

Oficialmente, asistieron dos años al sistema escolar tradicional, ya que, durante los años anteriores, pasaron más tiempo en casa debido a la pandemia. Estos dos años en Canadá fueron muy provechosos, ya que llegaron al país sin hablar inglés y el estar inmersos en un ambiente angloparlante por tantas horas al día les permitió convertirse en niños bilingües.

Pero, ¿cuáles fueron las razones para cambiar nuestro estilo de vida y educar a nuestros hijos en casa?

Nuestra casa es un espacio seguro

Mi hijo mayor disfrutaba ir a la escuela durante su primer año, ya que los desafíos mentales lo estimulan. Sin embargo, en su segundo año, comenzó a mostrar signos de ansiedad y depresión, sentimientos que no deberían estar asociados a la niñez.

A pesar de las políticas contra el acoso escolar, este sigue siendo un obstáculo significativo para los estudiantes. No solamente por parte de sus pares, sino cómo sucedió en nuestro caso fue de parte del adulto responsable de la clase.

    Cada mañana, camino al colegio, Felipe expresaba su descontento por las largas horas en la escuela, nos extrañaba y no disfrutaba su tiempo allí. Profundizando, nos relató situaciones con su maestra que lo entristecían.

A pesar de nuestro apoyo y comunicación con la docente, su respuesta fue desalentadora, catalogando a mi hijo como inquieto y desobediente. Las reglas incluían permanecer sentados durante el trabajo, evitar hablar en clase, no hacer reír a los compañeros con ruidos inapropiados y mantenerse quietos mientras trabajaban o escribían.

Si bien comprendemos que, al tener un grupo grande de niños, estas normas se establecen para mantener el orden y la concentración, también reconocemos que no todos los niños se adaptan o funcionan mejor bajo estas condiciones.

Queríamos enseñarle resiliencia y defenderse a sí mismo, pero vimos que se estaba apagando su curiosidad y ganas de aprender. Notamos que su personalidad y salud mental se vieron afectadas.

Valores y creencias

Es importante para muchas familias transmitir sus valores y creencias, y el homeschooling ofrece el ambiente perfecto para hacerlo, tanto formal como informalmente. La educación escolar tradicional no siempre estaba alineada con los valores que queríamos inculcar.

El sistema de recompensas y castigos no fomenta un comportamiento intrínsecamente bueno. En casa debíamos volver a reforzar nuestras creencias de ser colaboradores porque ayuda a la buena convivencia y hacer el bien por el bienestar común, no por recibir un premio.

Tampoco compartimos el uso excesivo de pantallas en las escuelas, en la escuela muchas de las actividades y tareas se estaban realizando frente a tablets y durante los horarios de alimentación los niños estaban sentados frente a una pantalla para desayunar y almorzar. Completamente contrario a lo que hacemos en casa. 

Flexibilidad

El homeschooling brinda una flexibilidad incomparable respecto a horarios, días, lugares, cursos, y enfoques educativos. La estructura rígida de la escuela no se alineaba con nuestro ritmo de vida ni con las necesidades individuales de nuestros hijos.

Queremos que exploren sus intereses y aprendan a su propio ritmo, sin la presión de las tareas escolares que a menudo no eran de su interés.

Ahora tendremos la libertad de elegir lo que les genere curiosidad. Si bien planeo que sigan haciendo las bases curriculares acordes a su edad/grado, reforzando las que les cuesta y avanzando más en las que les resulte fáciles.

Queremos de ahora en más enfocarnos en habilidades para la vida. Viajar en el tren y ser capaces de comprar el boleto, acompañarnos a realizar las compras de la semana y pensar en las comidas para la semana, tener tiempo para comer sin que suene el timbre para guardar, disfrutar mas tiempo en la naturaleza, etc.

Ahora pudiendo organizar nuestros horarios en base a sus intereses y tiempos, podremos ir a los museos, parques y paseos cuando no están super concurridos.

Sociabilidad real

Mis hijos son muy sociales y seguirán teniendo la oportunidad de interactuar con otros niños. Estamos en contacto con familias que también practican el homeschooling y se organizan reuniones para que los niños puedan jugar y compartir.

Esta forma de socialización es más auténtica, ya que involucra a niños de diversas edades e intereses, a diferencia de la homogeneidad de la escuela, donde la presión de grupo a menudo prevalece sobre los deseos y gustos personales.

En conclusión, la decisión de optar por el homeschooling fue multifacética, impulsada por la búsqueda de un ambiente seguro y amoroso que fomente la curiosidad, respete nuestros valores y creencias, ofrezca flexibilidad y promueva una sociabilidad más genuina.

Estamos emocionados por esta nueva etapa en nuestra vida familiar, confiados en que brindará a nuestros hijos las herramientas y experiencias para desarrollarse plenamente.


¿Has considerado alguna vez dejar atrás el sistema escolar tradicional? Compartinos tu experiencia o tus dudas sobre el homeschooling.

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