De basura a tesoro.

Canadá nos ha dejado sorprendidos en varias ocasiones, y una de las cosas que más nos ha impactado es su enfoque en la recolección de basura. Aquí en la zona donde vivimos, la clasificación de desechos es todo un ritual.

Todo se divide en cinco categorías: reciclaje, compostable, basura, bultos y desechos de jardinería. Comparado con nuestra experiencia en Argentina, donde los residuos se recogían de forma conjunta y posteriormente se clasificaban en una planta, y en Chile, donde optamos por apoyar un emprendimiento que se encargaba de llevar cada categoría a los puntos verdes, este sistema canadiense nos ha sorprendido positivamente por su eficiencia y conciencia ambiental.

Aquí cada semana, el camión de la recolección se lleva el reciclaje y el compostable, llevándolos al centro de gestión de residuos para su procesamiento adecuado. Además, cada 15 días, otro camión recoge la basura no reciclable, las bolsas de desechos de jardinería y los bultos. 

Los bultos son objetos voluminosos que no caben en una bolsa de basura común. ¡Hablamos de cosas como sillas, sillones, mesas, alfombras, inodoros y estanterías! Increíble, ¿verdad? Los objetos que aún tienen vida útil se dejan al alcance la noche anterior a la recolección, creando una especie de mercado nocturno donde la basura de unos se convierte en el tesoro de otros.

Aquí es cuando se nota el nivel de consumismo y cultura del descarte, nos hemos encontrado objetos en perfecto estado, cosas que son fácilmente reparables o que simplemente necesitan un repuesto. 

Nosotros, como autoproclamados buscadores de tesoros, hemos hecho de esta tradición nuestra rutina quincenal. Salimos a recorrer el pueblo en busca de cosas útiles, y créanme, la variedad es asombrosa.

Incluso hemos convertido esto en un juego familiar: ¿quién encuentra un inodoro primero? Parece gracioso, pero es increíble la cantidad de inodoros que vemos. Absolutamente todas las veces que hemos salido hemos encontrado un inodoro, y tenemos el récord de haber visto seis en una misma noche.

Los inodoros son un misterio que no podemos resolver. ¿Por qué los cambian? Según yo, se cambian solamente si están partidos. La casa donde vivía cuando era niña tenía un solo baño con un inodoro color mostaza, en un baño amarillo. Estoy segura que la casa de mi infancia sigue teniendo el mismo inodoro.  

Aprovechamos al máximo esta oportunidad. Cada 15 días, nos aventuramos en un paseo no convencional en busca de tesoros que podamos arreglar y darles una segunda vida, ya sea para nuestro hogar o para renovar y vender.

Muchos de nuestros muebles tienen una historia única, rescatados de la calle o adquiridos de segunda mano.

Hablemos de mi primer mueble restaurado. Fue amor a primera vista, o mejor dicho, a primera vuelta a la esquina. Esta cómoda, desarmada y golpeada, estaba esperándonos al doblar la esquina de nuestra casa. A pesar de llegar tarde a una fiesta, no pudimos resistir la tentación y la llevamos a casa.

Mi inicio como restauradora ocasional de muebles coincidió con este hallazgo. Devoré todos los videos de restauración de muebles en YouTube que encontré. Aunque se aconseja comenzar con algo pequeño como una mesa de luz, yo tenía entre manos esta gran cómoda y no quería esperar. Así que, manos a la obra, empecé desmontando manijas y dándole una limpieza a fondo.

Descubrí que la limpieza es tan crucial como el lijado, ya que las impurezas pueden penetrar la madera si no se eliminan antes de lijar. El proceso de lijado se convirtió en un desafío, especialmente después de enterarme de lo peligroso que podía ser el polvo de lijado. Para los proyectos futuros, me equipé con extractor, barbijo y lentes de protección.

Trabajaba en un garaje oscuro, no precisamente el lugar ideal para pintar, pero era mi primer proyecto y quería hacerlo ahí mismo. Lo preparé para imprimar y pintar, siguiendo las indicaciones de la lata que afirmaba que una sola capa de pintura sería suficiente.

Sin embargo, al terminar el mueble y subirlo a mi habitación, descubrí algunos espacios poco pintados. Prefiero llamarlo “estilo rústico”, como si cada error fuera una elección deliberada. Estos errores me enseñaron valiosas lecciones para los futuros proyectos.

Y así, nuestro primer mueble rescatado no sólo se convirtió en una pieza única, sino también en el punto de partida de nuestra pasión por la reutilización y la restauración. Cada mueble tiene ahora no solo su historia original, sino también la nuestra, llena de descubrimientos, aprendizajes y un toque de estilo rústico deliberado. 

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