La magia de la Navidad está llena de tradiciones diseñadas para crear recuerdos inolvidables. Desde Papá Noel, Santa Claus, el Viejito Pascuero o como cada cultura decida llamarlo, hasta los elfos y renos voladores, estas historias llenan de ilusión la temporada.
Sin embargo, como toda tradición, el impacto que tienen en nuestras familias depende de cómo las implementemos y qué valores deseemos transmitir a través de ellas.
Por un lado, algunas tradiciones navideñas, como la idea de “mentirles” a los niños acerca de Papá Noel, pueden generar preocupación. Algunos consideran que esto pone en riesgo la confianza entre padres e hijos y fomenta la credulidad en lugar del pensamiento crítico.
Por otro lado, creer en Papá Noel o participar en actividades como el “Elf on the Shelf” puede estimular la imaginación y creatividad infantil.
Si elegimos educar de manera positiva, sin chantajes ni amenazas para conseguir lo que queremos de los niños, estas tradiciones no tienen por qué ser un conflicto. Sin embargo, es crucial evitar frases como: “Si te portas mal, Papá Noel no te traerá regalos”. “No hagas eso, que el elfo te está mirando y le contará a Papá Noel”.
Estas expresiones pueden enseñar de forma inconsciente que el comportamiento debe regirse por posibles recompensas, en lugar de por valores intrínsecos.
El caso del “Elf on the Shelf”
Una tradición popular en Canadá es el “Elf on the Shelf” (El Elfo en el Estante), basada en un libro infantil publicado en 2005, acompañado de un muñeco de elfo.
La idea es que este pequeño elfo llega a las casas para “observar” a los niños y reportar su comportamiento a Papá Noel. Además, cada noche “viaja al Polo Norte” y regresa en un lugar diferente de la casa, generando emoción y curiosidad.
Muchas familias también hacen que el elfo realice travesuras nocturnas para que los niños las descubran al despertar. Sin embargo, hay reglas como no tocar al elfo porque “perdería su magia” y la expectativa de que no se moverá mientras los niños estén despiertos.
Aunque esta actividad puede parecer inocente y divertida, también es importante reflexionar:
- ¿Queremos usar al elfo como herramienta de control sobre el comportamiento infantil?
- ¿O preferimos utilizarlo como una fuente de conexión familiar y creatividad?
Adaptando las tradiciones
En nuestra casa, hemos optado por no perpetuar la idea de que los regalos provienen de Papá Noel o el elfo. Nuestros hijos saben que estos personajes no son reales y que los regalos los compramos nosotros, los abuelos y otros familiares.
Aun así, disfrutamos viendo la fantasía que estas historias generan en otros niños y les explicamos a nuestros hijos que no deben desmentir las creencias de otras familias. Ellos son parte de contar la historia con respeto y empatía.
En lugar de recurrir al “Elf on the Shelf”, decidimos crear nuestra propia tradición: los osos traviesos. Cada noche, preparo un escenario en el que los osos de peluche de mis hijos realizan alguna travesura. Al despertar, ellos descubren lo que “hicieron” los osos durante la noche y se emocionan.
Algunas de las travesuras favoritas incluyen:
- Lanzar papel higiénico por las escaleras.
- Trepar al árbol de Navidad y quedar colgados entre las ramas.
- Ser espolvoreados con harina, rodeados de ingredientes para galletas, como si estuvieran a punto de hornearlas.
- Quedar pegados al techo con cinta adhesiva.
- Jugar con los juguetes de los niños y dejarlos organizados como si hubieran tenido su propia fiesta.
Lo divertido de esta tradición es que no hay reglas estrictas. Todos sabemos que soy yo quien prepara las escenas, pero el juego de fingir nos une. Los niños buscan con entusiasmo a los osos cada mañana y ríen con sus ocurrencias.
Tradiciones y educación positiva
El vínculo con nuestros hijos no se rompe por mantener viva una tradición navideña. La confianza y el respeto se construyen a lo largo de los días, a través de nuestras acciones, palabras y actitudes constantes. Si decidimos incorporar personajes como Papá Noel, el Ratón Pérez o el elfo, podemos hacerlo sin comprometer nuestros valores.
Algunos consejos para mantener un enfoque positivo:
- Evitemos amenazas o chantajes: Frases como “Si te portas mal, Santa no traerá regalos” pueden sembrar miedo, en lugar de promover reflexión.
- Cambiemos etiquetas por decisiones: Los niños no son “malos”; simplemente pueden tomar malas decisiones. Esto nos da la oportunidad de profundizar y entender su perspectiva.
- Fomentemos la magia sin condiciones: Usemos estas tradiciones como pretexto para contar historias, inspirar actos de bondad y disfrutar en familia, sin presionar comportamientos a cambio de recompensas.
La magia del equilibrio
Mantener vivas las tradiciones no tiene por qué entrar en conflicto con una crianza basada en confianza, respeto y empatía. Lo importante es cómo adaptamos estas costumbres para reflejar los valores que deseamos inculcar en nuestros hijos.
Por ejemplo, el año pasado utilizamos un calendario de adviento para contar los días hasta la llegada de la abuela y la Navidad. Cada día entregamos un libro diferente para leer juntos. Este año, con los osos traviesos, hemos llevado la diversión un paso más allá. Estas actividades no solo crean recuerdos inolvidables, sino que también refuerzan nuestro vínculo como familia.
Al final, los niños recordarán no solo la magia de estas tradiciones, sino también cómo se sintieron durante estas celebraciones. Si les brindamos amor, apoyo y espacio para expresarse, estaremos construyendo una base sólida que trasciende cualquier tradición.
¿Cómo manejas las tradiciones navideñas en tu hogar? ¿Qué valores te gusta transmitir durante esta temporada? Me encantaría leer tus ideas y experiencias.