Su origen es complejo de rastrear debido a la falta de documentación temprana y relatos orales a veces contradictorios de antiguos maestros, pero en su mayoría coinciden que se remonta al siglo VI en China. Según la tradición, un monje hindú llamado Bodhidharma llegó al templo Shaolín en China, donde encontró a monjes débiles que eran víctimas de ataques constantes.
Bodhidharma los entrenó en una serie de ejercicios para fortalecer sus músculos y defender el monasterio. Estos ejercicios se hicieron famosos como “Shaolin boxing” y se propagaron por China.
Aproximadamente a 700 metros de la costa de China se encuentra el archipiélago Ryukyu. Debido a las restricciones sobre el uso de armas impuestas por los gobernantes japoneses, los habitantes de las islas se centraron en el desarrollo de artes marciales desarmadas influenciadas por las artes chinas, practicadas en secreto para evitar la persecución del gobierno, y de esa manera poder defender a sus familias y propiedades.
Esto fue conocido como Okinawa-Te, semilla de lo que más tarde evolucionó en el Karate-Do tal como lo conocemos hoy en día. Con el tiempo, el karate se diversifica en muchas escuelas y estilos, cada uno con sus propias técnicas y enfoques particulares.
En 1959, Sensei Shoei Miyazato emigró de Okinawa a Córdoba, Argentina, y comenzó a enseñar este arte en el país. Durante 65 años consecutivos, la escuela Miyazato ha crecido en Argentina, países vecinos y hasta en países de Europa y Norteamérica.
Desde sus primeros pasos, Sensei Shoei Miyazato hizo hincapié en la formación de ciudadanos ejemplares, un enfoque que ahora continúa bajo la dirección de Sensei Masatoshi Miyazato, quien también ha demostrado un fuerte compromiso con el desarrollo sostenible.
La escuela ha obtenido el Global Reporting Initiative, un informe que muestra cómo la escuela y sus alumnos contribuyen a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, lo que refleja su compromiso con causas más amplias.
La Escuela Miyazato de Karate Do, a la que pertenecemos con mi familia, la fundó el Maestro Shoei Miyazato Hanshi 10° dan en 1959 y actualmente está bajo la dirección de Sensei Masatoshi Miyazato Hanshi 10° dan.
Esta escuela se destaca por su enfoque en la preservación de las técnicas y la filosofía manteniendo tradición cercana a las raíces del karate pero evolucionando junto a esta cultura milenaria. El Shorin-ryu es uno de los estilos más antiguos de karate y tiene una rica historia en las artes marciales.
A lo largo del tiempo, han surgido diversas ramas y escuelas dentro del Shorin-ryu, como el Shorin-ryu Shidokan, iniciado por Katsuya Miyahira, maestro de Sensei Shoei Miyazato.
Formar parte de la escuela Miyazato es una experiencia gratificante y enriquecedora. Ser practicante implica convertirse en un miembro de la familia, estableciendo lazos duraderos con la comunidad, lo que te motiva a colaborar y buscar el bien.
Cuando comprendes que el karate no se limita a las horas de clases, te das cuenta de que comienza desde el momento en que entras por primera vez al dojo y continúa hasta el final de tu vida. El karate me proporciona las herramientas necesarias para crecer a nivel personal, familiar y social.
Las lecciones que aprendo de Sensei y los senpais son conocimientos que quiero transmitir a mis hijos. Si tienes hijos, sabes que lo más valioso que puedes dejarles son los valores que los conviertan en ciudadanos ejemplares y útiles para la comunidad.
Si alguna vez han considerado practicar un arte marcial, como el karate, sin dudas yo les recomiendo la escuela Miyazato. ¿Qué actividad realizan ustedes que haya influenciado en sus vidas?