Un Enfoque en el Caos Potencial
Cuando tomamos la decisión de educar a nuestros hijos en casa. La idea nos asustó un poco, un poco bastante. Sabíamos que no solo se trataba de enseñarles valores y hábitos, sino también de ser sus maestros en todas las materias académicas.
Anticiparse y planificar ante la posibilidad que no todo saldrá como lo tenemos planeado. La clave está en la flexibilidad y adaptibilidad de nuestros planes.
Falta de Estructura
Una de las principales dificultades del homeschooling es la falta de una estructura establecida. Nosotros aún nos encontramos en la etapa de desescolarización.
Nuestros hijos estuvieron en la escuela por algunos años y queremos que puedan conectarse con esta nueva dinámica antes de iniciar el homeschooling de lleno. Actualmente, estamos en vacaciones de verano y no tenemos una rutina estructurada.
Las escuelas tradicionales siguen horarios estrictos y currículos bien definidos, proporcionando un marco claro que, aunque efectivo para algunos niños, puede ser demasiado rígido para otros. En el hogar, crear y mantener una rutina puede ser complicado, especialmente al inicio, cuando aún no tenemos claro cómo lograr una planificación educativa efectiva.
Empezamos poco a poco, incorporando actividades, como leer por las mañanas, jugar juegos de mesa, o hacer proyectos de arte por las tardes.
Al final del día, hemos aprendido que la clave está en la flexibilidad y la paciencia, permitiéndonos ajustar y adaptar nuestra rutina según las necesidades y ritmos de aprendizaje de nuestros hijos.
Distracciones Constantes
El hogar está lleno de distracciones potenciales que pueden interrumpir el proceso de aprendizaje. Desde las tareas domésticas como cocinar, vaciar el lavavajillas o barrer los pisos después del desayuno, siempre hay algo que puede desviar nuestra atención.
Es una lástima que los niños no puedan aprender matemáticas mientras cocinan, ni el sentido de la responsabilidad al colaborar en las tareas del hogar. 😉
Aunque el hogar tiene muchas distracciones, también ofrece innumerables oportunidades para aprender de manera práctica y significativa. Aprovechar estas oportunidades puede transformar las distracciones en valiosas lecciones de vida.
Las distracciones infantiles suelen estar dirigidas hacia su punto de interés. Como dijo la gran educadora y observadora de niños, Maria Montessori: “No me sigan a mí, sigan al niño.” Si el punto de interés no está en el libro de matemáticas, lleva las matemáticas a las galletas de chocolate.
Recuerdo un día en particular con Felipe. Estaba repasando fracciones mixtas en su libro y se encontraba de muy mal humor.
De repente, pidió galletas de chocolate y una pausa. No teníamos galletas, pero él se acordó de haber leído una receta en un libro que teníamos en casa. Antes de notarlo, estaba poniendo en práctica lo aprendido y más.
Felipe midió los ingredientes, ajustó las cantidades, modificó algunos ingredientes para veganizarla y utilizó las fracciones mixtas para seguir la receta correctamente. La experiencia no solo le ayudó a comprender mejor las matemáticas, sino que también le dio una sensación de logro y autonomía.
Falta de Apoyo Profesional
Los maestros en las escuelas tradicionales están capacitados para identificar y abordar diversas necesidades educativas y emocionales de los estudiantes. Al fin y al cabo, ellos se han preparado durante años para cumplir con esa tarea.
Habiendo probado varias modalidades educativas, tengo claro que en casa es donde mis hijos se sienten más contenidos. La escuela no es un demonio; simplemente no es adecuada para todos.
Entonces, ¿cómo podemos solucionar la falta de apoyo profesional en el homeschooling? Investigando, leyendo, buscando apoyo y pidiendo ayuda. Educar en casa cambia el enfoque que le damos a la educación.
En lugar de que un profesional se haga cargo de 30 a 40 niños en un aula de un edificio, nosotros debemos profesionalizarnos en menos niños, que resultan ser nuestros propios hijos.
Presión y Expectativas
El homeschooling puede generar una presión significativa para los padres, quienes pueden sentirse responsables de proporcionar una educación completa y de alta calidad, lo que puede ser abrumador. Esta presión puede tener dos fuentes: una interna y otra externa.
Primero, para acallar la ansiedad que nos generamos y no transmitir ese malestar a los niños, es útil plantearse metas claras. A corto plazo, establecemos objetivos para el mes; a mediano plazo, para el final del año; y a largo plazo, para el final de todo el nivel educativo.
Hemos hablado con nuestros hijos sobre la posibilidad de volver al colegio si así lo desean en el futuro. Mi hijo mayor ha decidido no volver, mientras que mi hija quiere probar un año y ver qué pasa. Claramente, sus dos personalidades afloraron con esta posibilidad: mi hijo ve las cosas en blanco y negro, mientras que mi hija percibe el mundo en todos sus matices de grises.
Las expectativas de la sociedad también pueden influir en la percepción de los niños educados en casa. Una creencia común es que estos niños no alcanzan el mismo nivel académico que sus compañeros en las escuelas tradicionales. Esto es completamente un mito. Cuando un niño tiene un interés real, es capaz de aprender todo sobre su tema de atracción.
Mi hijo descubrió durante nuestra visita a Argentina, en casa de su abuela, mi viejo álbum de figuritas de Pokémon de 1998. Desde ese momento, se obsesionó y empezó a leer más para saber todo sobre Pokémon.
Para su cumpleaños, pidió una guía de todos los Pokémon existentes. Durante meses nos perseguía con ese libro preguntándonos: “¿Querés conocer un nuevo Pokémon?”. Aunque en el colegio le pedían que dejara de hablar de Pokémon y se sentara a terminar sus deberes, en casa cambiamos el enfoque.
Agarramos un mapa de Argentina y otro de Canadá, revisamos el clima y territorio de cada país y nos preguntamos qué Pokémon podrían vivir en cada zona. El desafío está en generar un vínculo entre su punto de interés y lo que nosotros agendamos en su aprendizaje académico.
Otra de las mayores preocupaciones de la sociedad es la falta de socialización de los niños educados en casa. Por ello, una de las primeras recomendaciones al iniciar el homeschooling es contactar con familias que compartan las mismas metodologías e intereses, generando una “tribu”.
La socialización real sucede en el mundo exterior, cuando tienen que comunicarse con gente de diferentes edades y resolver problemas de la vida diaria, y no cuando la maestra les manda a sentarse en silencio porque a ella no le parece oportuno hablar de Pokémon.
¿Cuál ha sido tu mayor desafío al educar en casa o considerar el homeschooling? Comparte tus experiencias y consejos en los comentarios. ¡Nos encantaría saber cómo manejas el caos y adaptas tus planes!