Deschooling o desescolarización

El concepto de desescolarización, o "deschooling", no es nuevo. Se popularizó cuando el filósofo austriaco Ivan Illich publicó su obra “La sociedad desescolarizada”, en la que describe una educación en la que el niño elige qué aprender, y el adulto guía y apoya. Illich creía que una educación en la que los niños siguen un plan de estudios único, al mismo tiempo y al mismo ritmo, mata la curiosidad y la creatividad.

Actualmente, el término se utiliza para referirse al proceso de adaptación a la educación en casa. Es un período fundamental si queremos que la transición entre la educación formal y la educación en casa sea exitosa.

Este tiempo servirá para deshacerse de la negatividad, el control y la imposición de la educación tradicional, y resetear el cerebro para que la pasión y el deseo de aprender vuelvan a ser como los de los bebés, que exploran, aprenden a hablar, caminar y experimentar sin un maestro.

Su cerebro está condicionado, acostumbrado a hacer lo que todos hacen, a hacerlo cuando suena el timbre, y solo cuando se les da permiso, pueden ir al baño o comer. Serán estos los días en que los niños volverán a escuchar sus necesidades de moverse, comer o investigar sin que un timbre les indique la hora de ir al recreo o comer.

El término “deschooling” también se utiliza para definir el período de desescolarización, es decir, el tiempo que nos toma a los padres e hijos desaprender la rutina y las normas escolares para adaptarse a una educación menos formal.

Como padres que hemos sido escolarizados en instituciones, también debemos desescolarizar nuestra idea de educación. Es un momento para reconectar con nuestros hijos y dejar que tomen el control sobre qué y cómo aprender. Como padres, estamos en el camino para guiarlos.

Será nuestro rol, una vez pasado este período, presentarles oportunidades de aprendizaje. Claramente, el reflejo del niño somos los adultos; ellos se nutrirán de lo que ofrezcamos.

En términos claros, los niños harán nada. Exactamente, no habrá rutinas impuestas ni presión de horarios. Dormirán hasta que su cuerpo despierte naturalmente, jugarán y se aburrirán. La familia deberá acostumbrarse y reconectar. ¿Cuánto durará esto? Claramente no hay un tiempo específico, pero sí recomendaciones.

El cálculo se hará de acuerdo a cuánto tiempo se escolarizó en institución y si la salida de la misma fue pacífica o traumática, como por ejemplo por sufrir acoso escolar de parte de los compañeros de clases o instructores.

Se calcula un mes de deschooling por cada año de escolarización. Es decir, un niño que estuvo en la escuela hasta tercer grado, tendrá aproximadamente 4 meses de adaptación.

Nosotros hemos empezado la descolarización de nuestro hijo mayor antes de que acabe el año escolar, ya que ir al colegio empezaba a ser un problema para su salud mental, por lo cual decidimos que estaría mejor en casa, sin necesidad de cerrar el año en la escuela. Nuestra hija, por el contrario, pidió terminar el año, ya que tiene un vínculo amoroso con su grupo y su maestra.

¿Qué podemos hacer durante la desescolarización?


Ir despacio.

Tomarse los días con calma. Hemos decidido que tomaremos estos días como vacaciones de verano, que de hecho, cuando las verdaderas vacaciones de verano estén llegando a su fin, habrá pasado tiempo suficiente para que la nueva rutina de aprendizaje empiece.

Conectar cada día y ser pacientes.

Jugar nuevos juegos, caminar en el vecindario, leer juntos. Tener tiempo de calidad sin apuros. No es necesario estar todo el día juntos para conectar, pero sí es necesario brindar tiempo de calidad.

Dejarlos hablar sinceramente, escuchar cuáles son sus miedos y frustraciones. Es posible que también tengan un momento de duelo por dejar la escuela, pues seguramente hay muchas cosas de la misma que disfrutaban a pesar de aquellas cosas que no les gustaban. Tener mucha paciencia mientras procesan todos estos sentimientos.

Ser flexibles y bajar las expectativas.

No serán días fáciles, las rutinas a las que estamos acostumbrados cambiarán completamente. No debemos caer en la imagen de la familia reunida sonriente alrededor de la mesa y la casa ordenada.

Los hermanos pelearán más pues compartirán más tiempo, las rutinas de sueño serán inestables y nuestros vínculos cambiarán. Pero las crisis, como su definición lo indica, son cambios profundos y de consecuencias importantes en un proceso. La crisis nos traerá nuevas oportunidades.

Ser claros.

Utilizando términos acordes a la edad del niño, explicarles este proceso. Enseñarles que es un momento para conocerse y reencontrarse. Preguntarles qué es importante para ellos y qué les gustaba o no de la escuela para, juntos, crear un espacio cómodo.

Entender que algunos niños necesitan dormir más y empezar a estudiar pasado el mediodía, que otros necesitan hacerlo tirados en el piso o rebotando en una pelota.

Buscar un grupo de familias afines.

Al igual que los niños, también deberemos procesar muchos sentimientos, y qué mejor que con familias que piensan parecido. También es importante reconocer entre tus amigos y familiares, quiénes serán los que te prestarán el hombro cuando te cuestiones si tomaste una buena decisión, que cuando tengas un día difícil te recuerden que solo fue un mal momento y que mañana es un nuevo comienzo.

No necesitas compartir estos sentimientos con aquellas personas que te dirán “te lo dije”, “los niños estarán mejor en la escuela”.

Celebrar y mantener el positivismo.

Reconocer el esfuerzo y el progreso con orgullo, con entusiasmo, para que sea una invitación a seguir investigando y experimentando. Convertir cada avance, aun cuando sean pequeños pasos, en una celebración ayuda a mantener el buen humor, a confirmar que van por buen camino.

No necesitamos una fiesta para celebrar; unas palabras de aliento, una sonrisa sincera, dejarlos abrazar el orgullo de haberlo logrado es más gratificante que una nota.

La desescolarización no es solo para los niños, sino también para los adultos, quienes deben reaprender cómo abordar la educación de una manera más libre y personalizada, guiando y apoyando a sus hijos en sus intereses y pasiones.

Es un proceso de adaptación y redescubrimiento, tanto para los niños como para sus padres, hacia una educación más centrada en el aprendizaje autodirigido y la exploración personal.

¿Has experimentado la desescolarización, ya sea como padre, madre o estudiante? ¿Qué retos y logros has encontrado en este camino?

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