A medida que la Iglesia cristiana se consolidó en el siglo V d.C., también se consolidaron sus tradiciones en torno a la Navidad, incluyendo la creación del calendario de Adviento, que cuenta los días desde el inicio de este período hasta la Navidad.
La historia del calendario se remonta al siglo XIX en Alemania, donde los niños encendían una vela por cada día del Adviento, comenzando el primer domingo más cercano al 30 de noviembre. Este ritual estaba acompañado de lecturas y oraciones que simbolizaban, en orden, el amor, la alegría, la esperanza y la paz.
Con el tiempo, la tradición se extendió, y los adultos realizaban actividades como marcar con tiza en la puerta veinticuatro rayas que iban borrando cada día; en las familias más pudientes, la cuenta regresiva iba acompañada de una galleta o dulce.
En 1908, el alemán Gerhard Lang elaboró el primer calendario de Adviento impreso, inspirado en el calendario de cartón que su madre solía confeccionar con pequeñas puertas que escondían caramelos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los calendarios se popularizaron en Estados Unidos. Actualmente, esta tradición ha trascendido su origen religioso y muchas familias la disfrutan durante el mes de diciembre.
Cada día, desde el 1 hasta el 24 de diciembre, los niños abren una ventana del calendario y descubren una sorpresa o regalo, que puede ser un pequeño juguete, chocolate o una nota con alguna canción o cuento sobre la Navidad.
Esta actividad se ha convertido en una forma de prepararse para la Navidad, ayudando a disminuir la ansiedad y proporcionando una cuenta regresiva que ayuda a los niños a comprender el paso del tiempo y el concepto de los días.
Compartir esta actividad también fomenta la conexión familiar, fortalece lazos y crea recuerdos. Para muchos, las Navidades representan el momento de reunirse con amigos y familiares. En mi caso, al vivir lejos de la familia, esta fecha coincide con la llegada de visitas; este año, mi mamá viene de visita y los niños están emocionados por este reencuentro.
Este año, decidí innovar y compré una gran caja de libros de segunda mano. Saqué 48 libros para poner uno cada día de diciembre hasta la Navidad. El resto de los libros los pasé a una amiga para que hiciera lo mismo, y el excedente ella se los regaló a otra familia.
Realmente, había una cantidad impresionante de libros. Cosí unas bolsas personalizadas con el nombre de cada niño, y estas, junto con el calendario, fueron muy rápidas de hacer con la Cricut. Mi intención es utilizar estas bolsas tanto para Navidad como para cumpleaños.
El invierno en Canadá puede ser realmente frío y oscuro. Pasamos más tiempo dentro de casa, sobre todo porque anochece alrededor de las cinco de la tarde. Con estos libros que conseguí, tendremos suficiente material para disfrutar de buenos momentos de lectura juntos.
Especialmente con Leonor, que está en esa etapa emocionante de aprender a leer. A veces, se le mezclan los sonidos del español con los del inglés, ¡pero eso es parte del encanto! Nada que una taza de té, un trozo de chocolate y mucha paciencia no puedan arreglar.
¿Cuáles son las actividades que disfrutan en torno a la Navidad?